Con
este hombre entras en una esfera. Si te pilla en
el momento, te
tienes que parar y te dices “alto ahí”, y entonces empiezas a
oírlo y a oírlo,
al
menos es lo que me pasó a mí y a otros seres queridos que,
independientemente los unos de los otros,
habíamos llegado al mismo sitio. Me
encanta cuando suceden estas cosas, “estos encuentros”; de
repente los caminos se cruzan, incluso aparece gente que no conocías
pero que inevitablemente
ibas a conocer. Yo
lo llamo circuitos.
Dios
los cría y ellos se juntan. No, esto no es privativo de la música,
todos lo sabemos, pero ahora estoy hablando de encuentros musicales.
Escuchar
Grace,
su disco, es maravillarte con la primera canción que suena.... y
pensar: imposible, qué cosa más preciosa, y la repites porque con
una vez no ha sido suficiente para asimilar tanta belleza; y sigues
con la siguiente, entumecida por la experiencia anterior todavía en
ti y pensando que la que venga no puede ser tan buena... y lo es, o
no, pero entonces el tercer o cuarto tema sí es tan bueno como el
primero, y en tu cabeza (al menos en la mía) se intala (vaya usted a
saber por qué) una especie de rivalidad estética: “ ¿cuál es
mejor? ¿cuál es más bonita? ¿cuál prefiero”, y yo me pregunto
que por qué estamos configurados así, que por qué cuando una cosa
nos encanta y se yuxtapone otra que también nos encanta, se
establece en nosotros una competición, ¿por qué? Y me contesto
que estará relacionado con la supervivencia, con la continua
necesidad de asimilar información, categorizar, priorizar, elegir,
actuar, digo yo.
Bueno,
pues en el proceso de descubrimiento de un disco o de cualquier otra
modalidad de arte, pero bueno, nos centramos en lo que estamos, se
pasa por muchas fases. La primera escucha general; las primeras
escuchas emocionadas (varios días), y luego, pasan dos cosas
normalmente (al menos es mi experiencia), hay flechazos que se
producen inicialmente y que se perpetúan, y canciones que emergen
tras esa fase inicial, en un fase de transición hacia el orden final
(que puede no ser definitivo del todo, afortunadamente, pues así el
proceso puede continuar y desvelar nuevas bellezas y emociones, y si
lo es, no pasa nada, porque se eso significa que se ha llegado a un
estado de cosas en
su sitio,
lo cual tampoco está mal).
Pues
en fin, las canciones de hoy fueron flechazos, uno de ellos fue
flechazo inicial
(nada
más escuchar el disco se te va la cabeza con ella, me refiero a
Lilac Wine);
la otra, Lover,
you should've come over, encontró
su lugar en la fase de transición, y de ahí no se ha movido. Yo, si
se me permite decir una estupidez, encuentro aquí la esencia de Jeff
Bucley (hasta dónde yo la puedo encontrar, claro). Estas canciones
tienen un desarrollo espectacular, un despliegue, una apoteósis. Me
maravillan completamente.
De Jeff Bucley no tengo muchas ganas de hablar; por lo poco que sé
de él (y no quise saber más) no parece que tuviera una vida muy
fácil.
Te quiero mucho Jeff Bucley, eres muy especial.
Bueno,
aquí Lilac Wine.
Y
ahora Lover, you
should've come over.
La
versión de estudio es un 10, pero la que encontré en directo
reproduce el despliegue
de
forma igual o mejor, y eso que es directo; la interpretación es realmente soberbia, además, tiene el
plus
de que está él, así que aquí la versión en directo.