Mariplatónica desde 1996 y antes

He conseguido ser de muchos pocos como decían mi padre y mi abuela

viernes, 27 de mayo de 2016

Por ahí arriba





 El miércoles tuve una tarde metafísica, muy metafísica, leyendo las cinco vías de Tomás de Aquino y una explicación sobre las mismas. Disfruté, la verdad. “¡Qué mente!” , exclamaba mi pensamiento absolutamente admirado, absolutamente. “Y la de Agustín y la de Platón y la de Aristóteles y la de Plotino y la de Averroes...¡Puf!”

Y, en un momento dado, entre los comentarios, apareció una frase que me asaltó y entré en una espiral maravillosa en compañía de toda esa pandilla:

¿Por qué hay que justificar los fenómenos?

Y seguía diciendo:

La gran tarea que se planteó la filosofía antigua es la explicación racional de la realidad,“justificar los fenómenos”, dar razón de los datos, de lo que se nos presenta, como dice Aristóteles en Metafísica XII.

Y continuaba:

Hay que justificar los fenómenos porque nos damos cuenta de que las cosas no son eternas, son así y están así, pero podrían no estar de ese modo y, de hecho, cambiarán; son, pues, contingentes. Por eso, siempre que hay contingencia, se exige una explicación…todo requiere, exige,un explicación racional. En suma, la contingencia de los fenómenos, de lo que hallamos, del mundo, exige una explicación causal.
La ciencia actual, consciente de la contingencia de los fenómenos y de que
requieren explicación, busca incesantemente sus causas. Pero ha realizado una
reducción peculiar: se ha centrado fundamentalmente en la búsqueda de las causas
empíricas eficientes de las cosas.

Tomás considera ineludible admitir que hay una primera causa eficiente y necesaria, Dios, pues sin ella no damos una explicación completa de este mundo y de sus fenómenos. Este paso es filosófico, pero exigido por la razón.

Mi cabeza pensaba en el principio de causalidad... “el principio de causalidad... ¡madre mía!”

Y mi cabeza continuó asaltada con lo de ¿Por qué hay que justificar los fenómenos? y pensaba estas cosas:

Queremos justificarlos, vale, necesitamos justificarlos, de acuerdo, unos fenómenos más que otros, al menos, si no sabemos la explicación completa, una que sirva para predecir, para vivir, para andar por casa. Bien. Pero, ¿y si tuviéramos la explicación completa? No la podemos tener pero, ¿y si la tuviéramos? ¿alguien quiere una realidad sin misterio?, y entonces, ¿qué?
No estamos hechos para eso, es como ver una película o leer un libro sabiendo desde el principio ya no el final sino el todo, no, no: nos gusta andar.”

Pues la canción de estos días es ésta.
La escuché el martes por primera vez y un poco más y levito. Mira que es bonita la altura.