Mariplatónica desde 1996 y antes

He conseguido ser de muchos pocos como decían mi padre y mi abuela

domingo, 28 de diciembre de 2014

Metiendo ruido, volando al fin

Volando al fin.
Qué maravilla. Me recuerdo a mí misma hace unos meses escuchándola en un concierto al aire libre en una preciosa noche murciana de septiembre. Me gusta cuando los músicos meten ruido, quiero decir, cuando son capaces de trasportarte sabe Dios dónde. Y ellos lo hacen.
En directo, al final de la canción, Los Marañones meten ruido de una manera fabulosa.
Yo estaba extasiada.






Dejo aquí un enlace donde, además de información, se puede escuchar otros temas. En él se encuentran canciones muy diferentes, les gusta mezclar.
Atención a La hora de la revolución (de una paradójica melancolía) y a Cabezazos (absolutamente fantástica), y algunas otras que tienen un brillo especial, mucho, me refiero a Otro verano lento y La carretera al sur.



viernes, 26 de diciembre de 2014

Melodía de Navidad


Hay músicas que son digestivas.

 No es que la Navidad esté del todo mal: tiene su espumillón, sus luces, sus... Como fiesta socializadora, como todas las tradiciones, tiene sus más y sus menos; como todas, intenta hacer pasar por el aro a todo el mundo de forma que impone sus reglas y si no son observadas, ya se sabe, se queda uno fuera. Y así hay un buen montón de regulaciones insalvables de carácter económico, familiar, social, afectivo... en fin, que son ineludibles, independientemente de su “carácter religioso” (que para bastante gente lo tiene, no lo dudo). De esto se ha encargado la sociedad en su conjunto (el poder religioso primero, el económico desde hace ya tiempo, impregnando de esencia navideña la práctica totalidad de las instituciones sean del tipo que sean), y así, esta sociedad, ha sabido utilizar muy bien de una forma más o menos maquiavélica o inconsciente, no sé, quizá sea una mezcla, esa necesidad del individuo de no sentirse excluido. De las fiestas de Occidente, la Navidad, sin duda alguna, es la más potente y totalizadora.

Desde luego son los planos afectivo y económico los que más reciben su influencia, quiero decir, en los que más seres sufren. Y casi lo reduciría al afectivo, porque, además de las cuestiones afectivas, que no es poco, al final se trata de no poder regalar o comer lo que otros pueden, y en definitiva, no tener lo que “todos debemos tener”. La Navidad toca la teclas más sensibles.

Hacen falta tradiciones y fiestas: somos sociales. Y necesitamos rituales.Vale.
El espumillón no está mal. La Navidad tiene su nostalgia.
Pero hace falta también digerir el turrón.

VROOON de King Crimson es un buen digestivo, y no vale sólo para la Navidad, hay más días en el año.




domingo, 21 de diciembre de 2014

sábado, 6 de diciembre de 2014

Esferas ¿o circuitos?

Con este hombre entras en una esfera. Si te pilla en el momento, te tienes que parar y te dices “alto ahí”, y entonces empiezas a oírlo y a oírlo, al menos es lo que me pasó a mí y a otros seres queridos que, independientemente los unos de los otros, habíamos llegado al mismo sitio. Me encanta cuando suceden estas cosas, “estos encuentros”; de repente los caminos se cruzan, incluso aparece gente que no conocías pero que inevitablemente ibas a conocer. Yo lo llamo circuitos. Dios los cría y ellos se juntan. No, esto no es privativo de la música, todos lo sabemos, pero ahora estoy hablando de encuentros musicales.

Escuchar Grace, su disco, es maravillarte con la primera canción que suena.... y pensar: imposible, qué cosa más preciosa, y la repites porque con una vez no ha sido suficiente para asimilar tanta belleza; y sigues con la siguiente, entumecida por la experiencia anterior todavía en ti y pensando que la que venga no puede ser tan buena... y lo es, o no, pero entonces el tercer o cuarto tema sí es tan bueno como el primero, y en tu cabeza (al menos en la mía) se intala (vaya usted a saber por qué) una especie de rivalidad estética: “ ¿cuál es mejor? ¿cuál es más bonita? ¿cuál prefiero”, y yo me pregunto que por qué estamos configurados así, que por qué cuando una cosa nos encanta y se yuxtapone otra que también nos encanta, se establece en nosotros una competición, ¿por qué? Y me contesto que estará relacionado con la supervivencia, con la continua necesidad de asimilar información, categorizar, priorizar, elegir, actuar, digo yo.

Bueno, pues en el proceso de descubrimiento de un disco o de cualquier otra modalidad de arte, pero bueno, nos centramos en lo que estamos, se pasa por muchas fases. La primera escucha general; las primeras escuchas emocionadas (varios días), y luego, pasan dos cosas normalmente (al menos es mi experiencia), hay flechazos que se producen inicialmente y que se perpetúan, y canciones que emergen tras esa fase inicial, en un fase de transición hacia el orden final (que puede no ser definitivo del todo, afortunadamente, pues así el proceso puede continuar y desvelar nuevas bellezas y emociones, y si lo es, no pasa nada, porque se eso significa que se ha llegado a un estado de cosas en su sitio, lo cual tampoco está mal).
Pues en fin, las canciones de hoy fueron flechazos, uno de ellos fue flechazo inicial (nada más escuchar el disco se te va la cabeza con ella, me refiero a Lilac Wine); la otra, Lover, you should've come over, encontró su lugar en la fase de transición, y de ahí no se ha movido. Yo, si se me permite decir una estupidez, encuentro aquí la esencia de Jeff Bucley (hasta dónde yo la puedo encontrar, claro). Estas canciones tienen un desarrollo espectacular, un despliegue, una apoteósis. Me maravillan completamente.

De Jeff Bucley no tengo muchas ganas de hablar; por lo poco que sé de él (y no quise saber más) no parece que tuviera una vida muy fácil.
Te quiero mucho Jeff Bucley, eres muy especial.

Bueno, aquí Lilac Wine.





Y ahora Lover, you should've come over.
La versión de estudio es un 10, pero la que encontré en directo reproduce el despliegue de forma igual o mejor, y eso que es directo;  la interpretación es realmente soberbia,  además, tiene el plus de que está él, así que aquí la versión en directo.