Vamos a ver: yo a esta gente no puedo parar de oírlos desde que los
conocí, que hará algo más de un par de años.
Ajá,
un
disco mítico del 77, y ya desde entonces reconocidísimo por la
crítica, recibió un Grammy, fue disco de platino, tuvo ventas
increíbles, etc. etc. hasta fue considerado un disco de lo mejorcito
que se había producido nunca.
Pues yo no me enteré de nada, ni siquiera sabía nada de esto cuando
lo escuché por primera vez.
Esto
sucedió en la cocina de casa. El disco andaba por allí, y cuando
sonaba, me gustaba, se me disparaban “ las antenas” ipso
facto,
así que lo ponía con mucha frecuencia.
Había una canción fabulosa; cuando sonaba me sorprendía de lo
buena que era, buena de verdad. Pero no es ésa la que viene a
continuación, ésa la dejo para otro día. La de hoy, Deacon Blues, es una canción
que la oiga donde la oiga se me empiezan a mover los piés. Y bailo. Eso
mismo me pasó el sábado por la mañana en el supermercardo delante
de los botes de mermelada. ¿Se puede pedir más?