“Como
no somos ríos podemos volvernos atrás”
Hace un año o por
ahí fue todo un alivio escucharlo cuando un compañero, en una
aburrida reunión de trabajo, exclamó esa sentencia a propósito de
una medida que íbamos a tomar.
-¿De quién es la
cita de los ríos del otro día? acabé preguntándole algún tiempo
después.
- De Jorge Manrique
- Ahhh!
“¡Cómo
no!” pensé para mis adentros.
Jorge Manrique me
encantó en los tiempos del colegio, allá a los nueve o diez años,
me chiflaba.
Ríos, el tiempo,
la vida...
Hoy lo ha vuelto a
decir, la reunión de hoy ha sido mortífera, tres horas de
obcecación. Y otra vez ese pensamiento ha vuelto a desatascar el
embrollo que teníamos.
Ese pensamiento me
gusta; me gusta porque es liberador: si uno se da cuenta de que una
forma de actuar no le llevaba a donde quería, pues da marcha atrás y
ensaya otra forma, y otra, y así hasta llegar a donde quiere; en
definitiva, desbloquea la mente permitiendo la acción y con ello el
avance. No está mal.
Bueno, pues “como
no somos ríos” volvemos atrás y volvemos precisamente al agua, a
los ríos y a los mares, y, de paso, a una poesía muy “manriquiana”
que se me ocurrió de niña.
La poesía me
parece un género difícilisimo, el más difícil de todos.
Creo que se puede
intentar hacer un ensayo en condiciones más o menos. Es verdad que
tampoco es fácil porque hay que tener información bien comprendida,
espíritu crítico, pensamiento propio, originalidad y capacidad de
análisis y también de síntesis, así que fácil no es, pero es un
ejercicio racional y por lo tanto se puede intentar; y en menor
medida, en mucha menor medida, pues cabe plantearse la posibilidad de
escribir relatos más o menos largos, y obras de teatro (que ya
empieza a complicarse la cosa bastante)... Bueno.
Pero,
¿escribir poesía? Puf, eso es otra cosa porque no es racional
aunque tampoco sea irracional, no sé cómo explicarlo, requiere
dosis de ambas cosas y de emociones auténticas y de un dominio sin
huecos del lenguaje y, sobre todo, de un talento perceptivo
(lo llamo yo), además de
talento para plasmarlo, de talento para comunicarlo, de
talento de efluvios, se me
ocurre ahora (no sé si es una tontería o algo peor). En fin, algo
así me parece. Puf, muy difícil.
Así que no te
puedes poner a escribir poesías: “venga, voy a sentarme y voy a
escribir un poema”, me parece que no. Por eso, creo yo, se puede
soportar una novela mala, si tiene alguna sustancia por algún lado,
o un mal ensayo, o un drama mediocre, se pueden soportar más o
menos, pero una poesía mala no, eso es insufrible, no tiene ningún
fuste, se te queda la cara de tonta.
Desde luego la
poesía no es lo mío, pero a esas edades, de niña, escribí alguna
que otra. Antes me las sabía de memoria, ahora ya no me acuerdo, por
ahí andarán, no sé dónde, no aparecen, pero sí que me acuerdo de
dos.
Una
trataba sobre el mañana, y
la reflexión acababa con un espíritu muy positivo, como yo ya
intuía o sabía que había que acabar, porque eso era lo que se
esperaba -y yo lo sabía- y porque yo era, definitivamente, también
así. Pues vale.
Pero luego había
una segunda parte en la poesía, que ésa sí que no tenía ningún
desperdicio; esa segunda parte era un auténco salto conceptual - por
decirlo con suavidad-, de manera que sin venir a cuento me puse a
hablar de los ríos, lo mejor de todo es que decía “ … “y
hablando de ríos, el Duero la palma se lleva....” ¡Ja, ja, ja!
Allí nadie hablaba de ríos, los ríos no tenían nada que ver con
lo anterior, allí sólo hablaba de ríos la empanada de mi cabeza,
la empanada que se había formado en mi cabeza con los poemas y demás
textos que nos teníamos que aprender de memoria en el colegio sobre
árboles, mares, ríos, casas, piratas, patrias, etc. etc. ¡A mí
qué me importaba el Duero!, ¿qué tenía yo que ver con el Duero? Y
no solamente eso, es que luego acababa ¡hablando de la patria! Ja,
ja, ja.. Y recuerdo leérselas a Ninguna en el colegio y a Moh en la
temprana juventud, y la atención y la ternura que pusieron, y las
risas y las sonrisas.
Y recuerdo también
que en mi casa las había dado a conocer y las recitaba, y que mi
padre un día se las copió -con un letra preciosa- y se las metió
en su cartera y se las llevó a su trabajo para enseñárselas a sus
compañeros y amigos.
Qué voy a decir...
Bueno, pues aquí
va mi “primer poema”; éste debí escribirlo con unos seís o
siete años o así, no sé, porque un día no hace mucho apareció
entre las cosas de Estrella (Estrella que tantos poemas me leía y me
lee) y vimos la fecha, que ya se me ha olvidado.
Aviso a navegantes:
Soy marinero,
soy del mar,
soy de la tierra,
pero más del mar.
Bueno, no es cierto
que no me importe el Duero; aquello de...
Río Duero, río Duero,
nadie a acompañarte baja
nadie quiere oír
tu eterna estrofa de agua.
...me conmueve.
¡Y no digamos la canción de Serrat!
Me gusta el agua, me gusta mucho el agua.