Mariplatónica desde 1996 y antes

He conseguido ser de muchos pocos como decían mi padre y mi abuela

sábado, 28 de marzo de 2015

Samba


Neolítico.
Allá por los tiempos del Neolítico conocí a Ninguna.

Ninguna es uno de mis seres más queridos. Nos conocimos cuando teníamos nueve años.
Compartíamos a los Siete Secretos, a Rudyard Kipling, el cine americano,clubs secretos y mil cosas más.

Cuando salíamos del colegio por la mañana nos íbamos a un descampado cercano y allí nos inventábamos clubs exclusivos con consignas y lemas secretísimos, hablábamos de lo humano y de lo divino y cosas así. Cuando venía su abuelo a la ciudad iba a recogerla a la salida de la escuela y nos daba la mano a las dos, una a cada lado.

En una época nos dio por cantar; cantábamos a pleno pulmón y muy congeniadas. La canción que más recuerdo era Samba de mi esperanza. Jorge Cafrune no era mi pasión, y la canción no es que me volviera loca (al final ya sí) pero ambas la conocíamos así que teníamos ya mucho trabajo hecho, a nosotras lo que nos gustaba era la perfección: funcionar como una sola voz.

Pues lo conseguimos (creo yo), así que una tarde que las maestras convocaron un concurso de canto allá que nos presentamos nosotras dos con nuestra samba.
Y ganamos. Y recuerdo que de premio nos regalaron unas acuarelas y algo más, pero de las acuarelas me acuerdo perfectamente, eran modestas pero con una caja roja muy alegre y estuvieron danzando por el trastero hasta hace no mucho tiempo.

  Con Ninguna estuve en Holanda este verano. Recuerdo que le pregunté: “¿cómo quieres que te llame en un blog que estoy haciendo?'” y me contestó: “de ninguna manera, no quiero que me llames de ninguna manera...”, “¿de ninguna?" repliqué yo, “¿entonces quieres que te llame Ninguna?” ,“Sí, eso, Ninguna, Ninguna...”, “Vale, entonces Ninguna”.


 




Y nos reímos dándonos por caso perdido la una a la otra.





No les dejes que lo echen a perder

Woe-is-a-me-bop
Om-drop-a-re-bop-om
Everbody's doin' it
Please don't let them ruin it om 

Todo el mundo lo está haciendo
por favor, no les dejes que lo echen a perder.

Woe Is Uh Me Bop es una canción rara, un poco disparatada, como chifada.
No es la canción más rara del mundo, no se trata de eso, pero digo que es rara porque tiene dos efectos aparentemente paradójicos, al menos sobre mí.

Yo no sé bien lo que me pasa con ella pero hay un antes y un después cuando la escucho, pensándolo mejor un durante. Esto lo hago de uvas a peras pero algo cambia en mi cabeza que llevada por la canción entra en otro estado, en otro humor, distinto, extraño, algo desconcertante pero estupendo.

Para empezar me da risa y para acabar me hace pensar (no sé muy bien en qué) y me entra como una especie de romanticismo, sí, sí, la encuentro romántica, sentimental o algo parecido. Que por qué da risa me parece que está más o menos claro, digo yo; que por qué es romántica, pues eso no lo sé, pero tiene un no sé qué en las notas... En fin, que se dé esa conjunción me deja perpleja.
  
Los platillos que suenan horrorosamente mal, los guitarreos ratoniles, las notas escacharradas, destartaladas, eso, eso es justamente, es como un todo destartalado pero coherente ¿? No es muy serena (aunque en algún momento quizá sí) pero es divertida, ¿no?

Pues eso, aquí está Captain Beefheart y su Magic Band. El video de la canción es un cromo pero la canción pierde.








sábado, 21 de marzo de 2015

¡Qué más da!



 
Pues sí, yo creía que el título de esta canción era “Walk out the winter” pero no, es “Walk out to winter” y no es lo mismo.

Conocí esta canción en su momento allá por los 80 y era tan alegre que fue un éxito entre los amigos.
Alguna vez después me acordé de ella pero raramente, sin embargo hace un par de años que la tengo de vez en cuando metida en la cabeza. Bueno, siempre la he asociado a la primavera.

Mi gran pereza me ha hecho cantar las letras en inglés fatal, medio inventadas o inventadas, así que oía una frase y ya me montaba yo la historia, y así creía que en esta canción se salía del invierno a la primavera, pero no, no señor, se sale del otoño al invierno.. y... ¡y qué más da!







En fin, la primavera ha llegado y nadie sabe como ha sido.

jueves, 12 de marzo de 2015

Everyone You Hold





Todo el mundo que abrazas
se lleva una parte de ti;
todo el mundo que conoces
replica la imgen de la arcilla humana
y todo el mundo se está riendo
el chiste va de boca a boca y desaparece.

Todo el mundo que abrazas
te deja algo de sí mismo;
a cada uno que le cuentas
esparce tu secreto en la estantería del almacén
y todo el mundo lo compra
porque todos están en la compra-venta.

Cuando cada dulce abrazo se ha desvanecido
las voces se sumergen, las caras se atenúan y la memoria se disipa
y aún así permaneces en cada uno que abrazas.

Todo el mundo que abrazas,
no, nunca dejan de estar a tu lado;
todo el mundo sabe
que hay secretos que no podemos esperar ocultar.
Si todos están contigo
entonces nunca podrás estar solo del todo
y todos te perdonan
susurros acumulados, murallas chinas.

Ahora todos los que conociste
a través de cuyas sonrisas miraste
hacen señales en la distancia:
flaqueamos, es verdad...

Pero aún permaneces en cada uno que abrazas.

Cada uno que abrazas,
cada uno que abrazas,
cada uno al que le contaste
lo sabe.




Estas semanas han sido a lo Peter Hammill.

Hace muy pocos años lo vi en un concierto.
Cantaba y tocaba el piano o la guitarra con toda su alma. No es un autor fácil, al menos así me lo parece, es oscuro pero también luminoso, mucho las dos cosas. Lo que allí presenciábamos es muy difícil de contar: un trance emocional y espiritual muy intenso, muy profundo y muy liberador. Aquel hombre, músico y poeta, al comunicarse y mostrarse así con nosotros nos regaló unos momentos completamente humanos, catárticos y sobrecogedores, momentos verdaderos.

Recuerdo una tarde de invierno de la adolescencia en la que un amigo me dijo: “me voy a mi casa a escuchar a Simon y Garfunkel que tengo que ordenarme la ideas”.
Algo así me pasa a mí con Peter Hammill: no son las ideas lo que pone en su sitio, es todo. Menos mal porque es mucho mejor -¡qué digo! infininitamente mejor- que cualquier sustancia aunque él, entre canción y canción, se tomaba su copita de vino.